Las convulsiones disociativas, “pseudoconvulsiones” o psicógenas no epilépticas (PNES, por sus siglas en inglés) son episodios repentinos e involuntarios que pueden parecerse a las convulsiones epilépticas, pero que no tienen actividad eléctrica anormal en el cerebro.
Las convulsiones psicógenas se originan por factores psicológicos; A menudo surgen del estrés y, en algunos casos, de un trauma. Forman parte de una familia de trastornos llamados trastornos neurológicos funcionales.
Cuanto mejor entiendan los pacientes los síntomas de las convulsiones no epilépticas, más fácil será diagnosticarlas y tratarlas. Es por eso que en este blog brindamos una descripción general de los síntomas más comunes y algunas ideas sobre cómo controlar esta afección.
Reconocimiento de las convulsiones no epilépticas
Las convulsiones no epilépticas pueden manifestarse de varias maneras, lo que dificulta distinguirlas de las convulsiones epilépticas. Sin embargo, ciertas características pueden ayudar a identificarlos:
Síntomas físicos
- Convulsiones : Pueden parecerse a las observadas en las crisis epilépticas, pero suelen implicar movimientos más exagerados.
- Falta de respuesta : El paciente parece inconsciente o insensible durante todo el episodio.
- Debilidad de las extremidades : Un paciente a veces puede desarrollar parálisis temporal o incluso parcial de una o más extremidades.
- Movimientos oculares : A diferencia de las convulsiones epilépticas, las convulsiones no epilépticas pueden implicar movimientos oculares más controlados, como cerrar los ojos con fuerza.
Síntomas emocionales y conductuales
- Angustia emocional repentina: Los episodios pueden ser precipitados por un evento estresante o un malestar emocional, a menudo en ausencia de una causa física aparente.
- Cambio de comportamiento: La convulsión puede ir acompañada de un comportamiento inusual, como llanto, gritos y otros trastornos emocionales.
- Problemas de memoria : la amnesia post-convulsiva y la confusión con respecto al evento también son comunes
Desencadenantes circunstanciales
- Eventos estresantes: Cualquier situación que implique un estrés muy alto o un trauma no resuelto puede provocar convulsiones no epilépticas.
- Fatiga y falta de sueño: La falta de sueño y el cansancio pueden aumentar la posibilidad de un ataque.
- Inicio emocional: Los conflictos internos o la angustia emocional pueden desencadenar convulsiones.
Diferenciación de las convulsiones no epilépticas de las epilépticas
Aunque las convulsiones no epilépticas pueden compartir algunas similitudes con las convulsiones epilépticas, difieren en las siguientes características clave:
- Duración e inicio del curso: Las convulsiones no epilépticas generalmente duran más tiempo y tienen un inicio y una compensación que son más insidiosos en comparación con las convulsiones epilépticas.
- Respuesta al tratamiento: Las convulsiones no epilépticas son característicamente resistentes a los fármacos antiepilépticos, ya que estos medicamentos tratan una causa subyacente diferente.
- Hallazgos del electroencefalograma (EEG): El EEG suele ser normal y no suele mostrar la actividad convulsiva característica de la epilepsia.
Manejo de las convulsiones disociativas
Un enfoque eficaz para el manejo de las convulsiones no epilépticas aborda los siguientes factores:
- Psicoterapia: La terapia cognitivo-conductual y otras psicoterapias ayudan a los pacientes a aprender y controlar los desencadenantes y factores estresantes.
- Manejo del estrés: La aplicación de ejercicios de atención plena, meditación y relajación ayudaría en la reducción de las convulsiones.
- Sistemas de apoyo: Los amigos, la familia y el personal de salud juegan un papel importante en el apoyo al individuo tanto emocionalmente como en los aspectos físicos de su vida.
- Monitoreo regular: La vigilancia continua con los trabajadores de la salud proporciona la mejor opción posible para el modo de terapia y el manejo en puntos críticos.
Conclusión
Las convulsiones no epilépticas no son causadas por problemas neurológicos, pero aún así afectan en gran medida la vida de las personas, por lo que es crucial reconocer los síntomas y comprender los desencadenantes para un mejor control.
Con el apoyo psicológico adecuado y el manejo del estrés, las personas con este tipo de convulsiones pueden vivir vidas más saludables y estables. Si usted o alguien que conoce muestra síntomas de convulsiones no epilépticas, es esencial buscar ayuda profesional para un diagnóstico preciso y un tratamiento personalizado.