La demencia es un término general para la pérdida de memoria, lenguaje, resolución de problemas y otras habilidades de pensamiento que son lo suficientemente graves como para interferir con la vida diaria. La demencia no es una enfermedad única; es un término general que cubre una amplia gama de afecciones médicas específicas, incluida la enfermedad de Alzheimer. Los trastornos agrupados bajo el término general “demencia” son causados por cambios cerebrales anormales. Estos cambios desencadenan una disminución en las habilidades de pensamiento, también conocidas como habilidades cognitivas, lo suficientemente graves como para afectar la vida diaria y la función independiente. También afectan el comportamiento, los sentimientos y las relaciones (Chapman et al., 2006).
La enfermedad de Alzheimer representa el 60-80% de los casos. La demencia vascular, que ocurre debido al sangrado microscópico y la obstrucción de los vasos sanguíneos en el cerebro, es la segunda causa más común de demencia. Hay muchas otras afecciones que pueden causar síntomas de demencia, incluidas algunas que son reversibles, como problemas de tiroides y deficiencias vitamínicas.
Los signos de demencia pueden variar mucho. Algunos ejemplos son:
- Problemas con la memoria a corto plazo.
- Llevar un registro de un bolso o billetera.
- Pago de facturas.
- Planificación y preparación de comidas.
- Recordar citas.
- Viajando fuera del vecindario.
Muchas afecciones son progresivas, lo que significa que los signos de demencia comienzan lentamente y empeoran gradualmente. La evaluación profesional puede detectar una afección tratable. E incluso si los síntomas sugieren demencia, el diagnóstico temprano permite a una persona obtener el máximo beneficio de los tratamientos disponibles y brinda la oportunidad de ofrecerse como voluntario para ensayos o estudios clínicos. También proporciona tiempo para planificar el futuro.
Cinco maneras positivas de acercarse a alguien con demencia
Un enfoque positivo lo prepara para el éxito en el cuidado de la demencia. Algo tan simple como cómo te acercas (caminas o comienzas a interactuar con) alguien con Alzheimer o demencia puede establecer el tono para toda la interacción. Debido a que el cerebro de la persona con demencia ha sido dañado, ya no está procesando información de la misma manera que nosotros. Es por eso que nuestros instintos naturales para acercarnos a alguien pueden parecer aterradores o agresivos desde su punto de vista. Si los asustamos involuntariamente, puede desencadenar su respuesta natural de “lucha o huida” y causar conflicto (Cunningham, 2015). Aprender a acercarse a alguien de una manera no amenazante prepara el escenario para una interacción positiva. Y ayudar a alguien a sentirse a gusto hace que sea mucho más probable que cooperen con la tarea en cuestión (Chapman et al., 2006).
- Acércate por delante, nunca por detrás.
- Acércate muy lentamente para darle tiempo a su cerebro para procesar.
- Evite una postura de confrontación.
- Agáchese hasta el nivel de los ojos o por debajo, no se incline hacia adelante.
- Ofrezca su mano, no agarre ni tire.
Referencias:
Chapman, D. P., Williams, S. M., Strine, T. W., Anda, R. F. y Moore, M. J. (2006). La demencia y sus implicaciones para la salud pública. Prevención de enfermedades crónicas, 3(2), A34.
Cunningham, E. L., McGuinness, B., Herron, B. y Passmore, A. P. (2015). Demencia. La revista médica del Ulster, 84(2), 79–87.